Un
nuevo amanecer y las palpitaciones en mi pecho me dicen que aún vivo, pero el
vacío de este viaje sin rumbo alguno cae con todo su peso sobre mi espalda y se
hace cada vez más difícil salir de este lugar, ahora solo estoy yo donde un día
fuimos dos…
Nunca
imaginé que la costumbre por la que todo se acabó hoy me hiciera falta y es que
extraño esa costumbre de besarte en las mañanas al despertar y en las noches al
dormir, extraño esa costumbre de abrazarte cuando menos lo esperabas y que me
abrazaras cuando más lo necesitaba, extraño tu voz, tu piel, tu aroma, te
extraño a ti porque me acostumbre a quererte…
Como
las aves se acostumbran al cielo y los peces al mar, como la vida se acostumbró
al sol y al agua, así me acostumbré a ti, esta necesidad absurda de tu compañía,
esta locura que abraza mi soledad solo me trae cada recuerdo que
construimos cuando más acostumbrados estábamos
a querernos…
Los
minutos pasan y tú no regresas, cada nuevo día veo tu ausencia en mi habitación
y abrazo el vacío que dejaste en mí; me pregunto si también extrañas quererme y
que te quiera y aunque conozco la respuesta a cada interrogante hago caso omiso
a lo que me grita la razón porque la manía de esperar que vuelvas es la única luz
que ilumina un poco la oscuridad de mis días tan faltos de esperanza.


Y es esa costumbre la que nos hace humanos
ResponderEliminary es esa costumbre la que me hace amarte,
amarte y acostumbrarme dos palabras que
unidas dan como resultado otras dos tu y yo.
Muy buen poema, gracias por dejarme inspirar un poco.
Que bonito, que alegría, el amor, la inspiración, salir de la monotonía, gracias, por tus comentarios, me llenan el alma y fortalecen mi aliento como "escritor".
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